Pórtugos esconde un rincón famoso por sus aguas ferruginosas y medicinales. La fama que tienen muchos pueblos de la Alpujarra no le hace justicia al encanto de Pórtugos, un municipio que limita con Trevélez, Busquístar, La Taha, Capileira y Almegíjar y que cuenta con poco más de 300 habitantes. Merece la pena llegar hasta este enclave de la comarca para enamorarse de su entorno y de su gastronomía. Pórtugos ofrece numerosas rutas senderistas donde se pueden apreciar los imponentes castaños centenarios que hay en la zona. «Si los abarcas con los brazos, te damos las llaves del pueblo», dicen los lugareños. Además, hay distintos merenderos en los que descansar para continuar el camino.

En lo alto del municipio está el mirador de la Era de Abajo, aunque está arriba. Si se baja en dirección al centro del pueblo encontramos el Lavadero de Churriana, posiblemente uno de los lugares más refrescantes de la zona. Desde aquí se puede iniciar una agradable y corta ruta hasta la ermita de la Virgen de las Angustias, anterior al siglo XVIII, aunque se reedificó en los años 70. Es en este punto en el que se encuentra la fuente de la que brota hierro, de forma literal.
Para llegar hasta Fuente Agria y El Chorreón hay que dirigirse a las afueras del pueblo, por la carretera que va en dirección a Busquistar y Trevélez. Al llegar a la ermita blanca, justo detrás, está el tesoro por el que es famoso Pórtugos. Se trata de uno de los manantiales más famosos de la provincia desde época árabe por sus beneficios medicinales. Es agua rica en hierro y gas carbónico. De hecho, su sabor es similar al metal oxidado. También destaca su color cobrizo que tiñe todo lo que toca. De la fuente sale un caño del que corre agua de forma constante, pero más impresiona El Chorreón. Una cascada de color rojo que ha sido esculpida por el agua, el paso del tiempo y la erosión. En definitiva, un lugar único que hay que conocer por sus aguas ferruginosas y por su entorno natural.